Un precioso paseo por los castaños de Casillas

Después de un año, visitamos nuevamente Casillas un precioso pueblo que se encuentra rodeado de hermosos castañares. Las castañas y las setas mueven una pequeña parte de la economía del pueblo.
Como siempre elegimos el bar La Rama, donde su dueño es un señor muy amable que año tras años nos cuenta una de sus numerosas aventuras por las montañas más hermosas del planeta. Merece la pena pararse a escuchar sus relatos uno aprende mucho. 
 
la foto de inicio de ruta no se hizo esperar. Ja, ja ¡Que divertida!

Desayunados iniciamos el camino que teníamos previsto. Las calles del pueblo fueron lo primero que recorrimos teníamos que salir de el. En nuestro pequeño paseo descubrimos el ayuntamiento y la cooperativa de castañas. 
Salimos del pueblo avanzamos por la carretera M-529 el GPS nos indicaba que el desvió  estaba a la derecha o eso pensamos. Seguimos un camino ascendente  y en la cima las vistas de casillas eran preciosas. La bandera salio de la mochila del guia y las fotos se sucedieron.

Caminamos entre pinos casi siendo absorvidos por ellos, Un nuevo ojo a la ruta y efectivamente no íbamos bien. Recorrimos lo andado y regresamos ala carretera, ahora ya sabíamos que el camino a coger era el de la derecha.

El cielo parecía estar muy cabreado y por momentos pensamos que llovería. Caminamos por una preciosa senda de bellos parajes.

Llegamos hasta la presa Pajarero no nos dejaban seguir por las obras pero las vistas eran muy chulas. Teníamos que regresar por el mismo sitio hasta el camino.


El otoño aun no se encontraba en Casillas en todo su esplendor pero sus castaños estaban preciosos y el camino era una belleza.


Castaños centenarios, un arroyo precioso y muchas muchísimas fotos bonitas del lugar. Caminar por aquellos senderos nos daba la vida a todos los miembros del grupo.

Seguimos las señales de Casillas. Nos habíamos desviado de la ruta pero el destino o nuestra suerte que parece que siempre tenemos nos había mandado cerca de casillas justo en el momento en el que el cielo se cabreo enserio y empezó a llover primero con desgana y luego con mucha fuerza.
Comimos protegidos donde aparca el autobús aunque otros que tenían que hacerse el bocadillo se fueron a sus coches. La cerveza de celebración de fin de ruta no se hizo de rogar.

Ahora podíamos decir la fabulosa frase de: