Bustarviejo

Un pequeño pueblo situado cerca de la carretera A-1(Carretera de Burgos), fue el lugar que seleccionamos para realizar la ruta de un fin de semana más.
Llegamos a las 9:00 de la mañana y después de un paseo observando los locales para desayunar, acabamos en uno muy chulo, Bar Maruja.
La ruta se iniciaba desde el mismo pueblo, así que cogimos el equipo e iniciamos la marcha. No nos costo mucho salir del pueblo hasta llegar a una senda bien definida. La foto de inicio de ruta fue de risa y quedo muy bien como siempre.
Caminamos unos cuantos metros llegando a un portón que estaba abierto de par en par pero una pequeña senda situada a nuestra derecha nos engaño, el desvió estaba unos metros más adelante.
Nuestro objetivo se podía apreciar visualmente, la torre de las minas de plata. El ascenso por aquella nueva senda fue relativamente sencillo.

Unos minutos contemplando el lugar y como no unas cuantas fotos grupales, en solitario. La plata no aparecía.

Decidimos visitar la entrada a la mina que se encontraba cerrada con unas rejas, menos mal que si no más de uno entraría dentro. A lo largo de aquel corto camino nos fuimos encontrando maquinaría que fue utilizada en la población.
El ascenso al Collado Abierto fue lento, duro pero cuando uno se paraba y echaba la mirada atrás contemplaba la belleza del lugar. El aliento parecía acabarse por momentos y las piedras sueltas no ayudaban en nuestro lento avance hacia la cima marcada.
Llegamos al Collado Abierto, con las fuerzas desgastadas y realizamos una parada técnica para recuperar energías.
Nuestro camino ahora estaba muy claro, nuestro nuevo objetivo se encontraba a unos cuantos metros ascendentes. Caminamos por aquella senda rápidamente, las vistas eran preciosas y el grupo se veía feliz disfrutando del pequeño viaje.

Ante nosotros teníamos el ultimo esfuerzo de la jornada. Una pequeña gran subida que cada uno la afronto de forma diferente. La fuerte pendiente, las piedras sueltas no ayudaban en el avance pero no era una cuestión de conseguir un récord de ascenso y cada uno llego cuando llego.

Ante nosotros tras unos ,minutos de duro ascenso teníamos el punto geodésico que nos indicaba que habíamos hecho cumbre. El Mondalino ahora sería un lugar donde todos nos iríamos fotos y como no disfrutaríamos de las preciosas vistas de todas las montañas que conocíamos.
Localizamos un lugar resguardado de los fuertes vientos de la cima y nos sentamos a comer. Necesitábamos recuperar las fuerzas perdidas en el camino.


Recuperadas las fuerzas iniciamos el duro descenso. Las fuertes inclinaciones que nos encontramos, las piedras sueltas y la arena hicieron que más de uno posara las nalgas en tierra. Menos mal que el guia no eligió aquel lugar para subir.

Teníamos que mirar aquel descenso positivamente, el paisaje repleto de diversas flores alegraba los corazones y la vista del grupo.
Después de un viaje por diferentes senderos que parecían alejarnos del pueblo. Llegamos al duro asfalto de Bustarviejo. La ruta había sido dura pero de bonitas vistas y todos disfrutamos de grandes momentos.
Celebramos en el Bar Maruja el final de ruta y ahora sí, ya podíamos decir aquello de: