Abantos una aventura invernal

 Iniciamos el año con nuevas energías y con muchas ganas de volver a la montaña. Nuestra primera ruta tenia que ser como la montaña que tantas alegrías nos ha dado y la que nos dio el nombre al grupo, Abantos.
 Después de dos semanas sus pendiendo la ruta por motivos de salud del guia. "La contaminación más la gripe hicieron estrago". El grupo tomo la decisión de realizar la ruta, aunque las previsiones meteorológicas nos decían que sería un sábado de manta y televisión. No las ignoramos, simplemente pensamos que las previsiones eran muy alarmistas y la zona de ruta no era un lugar de alto riesgo.
 El sábado madrugamos como de costumbre para asistir al encuentro de Abantos. Cual fue nuestra sorpresa que los cielos estaban despejados y desde mi observatorio podía ver Abantos sin nubes. ¡Sorpresa!. Estaba clarísimo que esa situación era temporal las nubes llegarían y rogaríamos a San Bartolo que nieve sí, agua no.
 Llegamos al Escorial, como si un espíritu del más haya nos guiara decidimos cambiar el lugar de encuentro y acabamos en una zona exterior de la localidad donde las gentes del lugar y de poblaciones cercanas van a comprar. Fue todo un acierto, como que ya tenemos lugar nuevo de encuentro en el Escorial. Paco Pastel, nos ofreció todo lo que un senderista necesita para tomar fuerzas antes de la caminata. Café, chocolate y una gran variedad de bollería, de la que te pedirías uno de todo. Que si no eres de los que el dulce te guste, tienen cosas saladas riquisimas. Amables, detallistas y a un precio razonable. ¿Ruta? Estábamos en el paraíso, ja, ja. 

Una vez más y ya perdí la cuenta, nos equipamos en el parking Escorial Monte Abantos.
El camino a la cima de Abantos, nos esperaba. Este Monte lo puedes recorrer mil veces que siempre te sorprenderá. Subimos los pequeños escalones que separan la civilización de la naturaleza y tomamos casi al azar uno de los muchos senderos. ¡Sorpresa! el lugar había sido despojado de la maleza y estaba limpio.
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¡Foto de inicio de ruta! Con el embalse del Romeral de fondo. Cuando hablas del Monte Abantos muchos piensan en un paseo relajado, de poca dureza y rápido ascenso. Bueno uno solo tiene que pararse observar hacia donde nos dirigiremos y intuirá que desde el minuto uno hasta la cima le tocara cuesta, cuesta,falso llano cuesta y más... Ja, ja. De fácil nada.

 Las sendas empinadas entre los pinares se sucedían. No eran difíciles de seguir y esta vez se agradecía que el guia no hubiera tomado la decisión de ascender por la zona del GR, donde las cuestas son, duras no, lo siguiente. Este ascenso era más sencillo y llevadero.

 ¿Que sucedía con el tiempo?. Cuando iniciamos la marcha el cielo estaba encapotado y  la nieve espero a caer cuando estábamos tan arriba como para no plantearnos el regreso al punto de encuentro. El famoso día de frío no fue tal, muchos haciendo caso a nuestros mayores llevábamos las tres capas y acabamos con dos. Podía nevar, pero no nos dificultaba la marcha.
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Seguimos las sendas que el guía nos indicaba y en cada  momento nos explicaba donde estábamos. Llegamos a la carretera momento en el que realizamos una pequeña parada para agruparnos. A partir de aquel momento la antigua y destrozada carretera seria nuestra senda.  A la Izquierda observamos el embalse del Tobar, un punto de referencia por si uno se pierde y un lugar que en la ruta de Robledondo Caminar por aquella senda bajo los copos de nieve fue muy sencillo pero la abandonamos para coger una gran pista que nos llevaría a descubrir nuevos parajes.
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La Cruz de Rubens fue uno de los primeros lugares que visitamos. Más de uno se sorprendió. Sí el señor Rubens pinto un precioso cuadro desde aquel lugar, claro un día como el que teníamos, como que no. La visita fue intensa y las fotos no cesaron. Abantos nos esperaba y quedaba mucho camino por andar. Reanudamos la marcha regresando a la senda que minutos antes habíamos abandonado. Nos desentendimos del gigantesco hito que hay a la izquierda del camino que indica que por hay se puede subir al pico de Abantos.
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Nuestro siguiente lugar a visitar era el Mirador del Escorial. Nos aproximamos lo justo para la foto. El guía decidió junto a la expedición no subir a el. Las nubes no dejaban ver nada y el peligro de un resbalón era tal que, para que correr riesgos. Foto de rigor y seguir la marcha, esta vez sobre nuestros pasos.
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Un giro a la derecha y al fondo a lo lejos encaramada en unas rocas contemplamos la Cruz de Abantos. Seguimos una senda que ni era senda ni nada, nos adentramos en un pequeño pinar y aparecimos en el Pico Abantos. Lo primero a visitar fue el Punto Geodésico. Algunas foto, risas, aplausos por haberlo conseguido... El siguiente fotocol fue la famosa Cruz de Abantos. No disfrutamos de las vistas pero si de haber llegado hasta ella y poder decir que habíamos estado en ella nevando. Una aventura más para Abantos. Foto con la histórica bandera, fotos individuales...

Emprendimos la marcha, teóricamente el siguiente lugar a visitar sería el Cuelga Muros, pero en otro arrebato de cordura y buen hacer el grupo decidió no arriesgar y visitar un lugar lleno de piedras resvaladizas para no ver nada. En condiciones normales las vistas son espectaculares pero no era el día.
 Descendimos para luego ascender por una senda que iba pegada al muro. Llegamos a una pequeña explanada y continuamos por el camino hermanado con el muro de piedra de la finca del Valle de los Caídos.
 ¿Una valla? Sí, llego el momento de abandonar la senda que si uno la sigue le lleva hasta Refugio de Naranjera, la senda de los refugios. Claro para otra ruta futura descubriremos una rotura en el muro para visitar un precioso Mirador llamado el de Naranjera donde el Valle del Cuelga muros se aprecia de lujo.
En la ruta de Mirador de la Naranjera lo visitamos.
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El camino ahora era llano y aumentamos el ritmo. La senda  parecía finalizar y el guía nos indico que a nuestra derecha estaba Ávila. Un gran cartel lo indicaba. Una parada para unir al grupo, tomamos aire y...
El guía comento: ¡Pasen al fotocol!. Ante nosotros teníamos el mítico cartel de Abantos. La fotos no se hicieron de rogar. En solitario, en grupo...

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Ahora nuestro senda ha seguir era la antigua carretera destrozada por la que horas antes habíamos ascendido. Fue mucho más seguro el descenso por ella que ir por sendas cubiertas de piedras y nieve.
Hicimos una parada para comer  en una pequeña oquedad del camino a 6 km del final. Un momento de relax y tranquilidad.
 
Cuando reiniciamos la marcha, después de la comida el descenso fue más rápido y ordenado. El guía paro al grupo nos desvió por un sendero fácil de caminar y cuando nos dimos cuenta estábamos en el parking de los coches.