Un paseo por la historia de las castañas.


 Casillas nos cautivó con su ambiente otoñal, lugareños recogiendo castañas, alguna chimenea echando humo, leña apilada...

Iniciamos el camino en dirección a la cooperativa, que un año más trabajaba a destajo. Pasear por las calle de la localidad era sin duda lo mejor para conocer el ambiente que se vivía en el lugar.

Subimos las primeras cuestas del pueblo, para llegar a la gran pradera mirador para los visitantes, lugar de descanso y barbacoas. El Área recreativa de las Eras es el paraje ideal para vivir grandes momentos con la familia y amigos. 

Ahora si empezamos a ver los primeros castaños, que dieron un nuevo toque a la ruta, era lo que habíamos ido a ver. El suelo estaba lleno de castañas, podíamos coger alguna para probarlas. 

Continuamos la marcha por una senda donde en cada finca había gente recogiendo las castañas que sus castaños centenarios. Decidimos no ir hacia el pueblo y cogimos una senda que nos llevaría al bosque de castaños más oculto y tranquilo. 


Llegamos al castañar más hermoso que la zona nos puede ofrecer. Sendas llenas de castañas, castaños centenarios, paisajes de película.

En aquel paraje decidimos parar para comer. No hay un restaurante con mejores vistas en todo el planeta. 


Elegimos uno de aquellos impresionantes castaños para sacarnos la foto con la nueva bandera de abantos.

Regresamos a Casillas con la ilusión de a ver visitado un año más el castañar de este pequeño pueblo que siempre nos ha acogido con cariño.  Nos dimos un pequeño paseo, probamos las castañas y nos volvimos a reencontrar.

¡RUTA SUPERADA!