

La ruta de aquel sábado, se había convertido en un precioso paseo por aquel impresionante bosque de pinos. Como siempre una ruta más los chic@s de Abantos se lo estaban pasando genial. Llegamos a la altura de un pino y nos detuvimos. No era un árbol gigante, ni tenia ramas llamativas, ni había un nido. Lo verdaderamente hermoso era una cadena rojiza que rodeaba toda su circunferencia. Esta, contenía la inscripción: "A su querida memoria, 1840-1924".
La cadena esconde una preciosa historia del amor que un hijo tubo hacia su padre...
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Como muchos otros días, Ricardo Urgoitiz amante de la montaña salió ha pasear por aquel bello paraje que tanto le gustaba. El arroyo de Navalmedio, la pradera de las Cortes...
La
sombra de cualquier frondoso árbol le serbia para tomarse unos hermosos
minutos de descanso, aunque él ya tenía sus preferidos.
Aquel día de verano de 1924, se encontraba descansando bajo la sombra de un frondoso pino situado a la vera del camino, cuando recibió la trágica notica... Su padre había fallecido.
Conmocionado, quiso Urgoitiz rendir homenaje a la memoria de su
progenitor, ocurriéndosele la idea de cinchar la base del gigante
vegetal donde recibió aquel mazazo con una cadena con la inscripción: "A su querida memoria, 1840-1924"
El árbol se encontraba marcado por un maderero, para ser cortado. Urgoitiz , lo compro y llevo acabo su original memorandum.

Con cerca de doscientos años y atado, perdón encadenado, a semejante historia, el Pino de la Cadena es una institución en la Sierra del Guadarrama.
Tanto, que los agentes forestales de la Comunidad de Madrid cada cierto
tiempo se llegan hasta sus pies para aumentar un eslabón a la cadena e
impedir con ello que el hierro acabe estrangulando al árbol.