Entre Madrid y Segovia, cerca del Alto del León, se abre la Garganta
de El Espinar para separar la Sierra del Quintanar, cuya parte más alta
es la Mujer Muerta, y el cordal principal del Guadarrama. Se trata de un
vallecito corto y ancho, que merece poco el calificativo de garganta,
poblado por un espeso pinar. Los cordales que lo rodean son anchos y sin
grandes accidentes, salvo algún tramo rocoso de fácil pasar, y están
predominantemente poblados de pasto y monte bajo por encima del
arbolado. Esto, junto a la abundancia de caminos que suben a todos los
collados, invita al recorrido de cresteríos como principal actividad. Montón de Trigo forma parte de este conjunto pintoresco. Sus 2155m le convierten en un lugar muy apetecible de visitar.
Pero, ¿Conoces su leyenda? No te preocupes yo te la cuento.
👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐👐
Hace muchos, muchos años, tal vez siglos, había en las
estri-baciones de la Sierra
un paraje maravilloso. Al abrigo de las montañas, los frutos parecían crecer y
brotar como por ensalmo. Los almendros y los cerezos ofrecían sus preciadas
joyas a los lugareños, pero había también manzanos, naranjos y perales a
discreción. A las afueras de la aldea estaban los campos, sembrados con avena y
trigo, y allí crecían las espigas más hermosas y granadas que jamás se vieran.

Estaba el avaricioso dueño contemplando la bondad de
la cosecha cuando llegó un mendigo y le habló de semejante modo:
-Señor, vengo de muy lejos, pasando muchas miserias y
tengo hambre y sed. Dadme algo con que pueda alimentarme y Dios le concederá
cuanto pida.
El amo, que era de suyo avariento, no pudo evitar un
gesto de repugnancia al ver a ese mendigo a su lado. Traía los cabellos largos
y sucios, y tenía como llagas en la frente, en las manos y en los pies.
Vestía un andrajoso gabán y un zurrón viejo y
asqueroso.
-¡Vete de mi vista, pordiosero! ¡No tengo nada para
ti!
El peregrino se entristeció y señaló con su mano
sangrante el gran montón de trigo que había frente a él.
-¿Y ese trigo? -dijo el miserable. ¿No me daréis, por
Dios, un puñado de ese montón de trigo?
-¡Ea! No es trigo, sino tierra... ¡Vete de aquí y no
molestes más!
El mendigo observó con pena el grano dorado y
volviéndose dijo:
-Perdone el señor, no lo había distinguido bien: en
verdad es sólo tierra.
El amo no pudo contener su sorpresa cuando, a su
propia vista, el montón de trigo se convirtió en piedra, y tierra, y roca. Toda
su ganancia se había perdido por avaricia y quedó arruinado para siempre
.
Aquel montón de trigo, convertido en áridas peñas,
creció y creció durante los años siguientes, hasta convertirse en el cerro
pelado que es hoy, donde a duras penas crecen algún matorral y cizañas. Los
pinos albares de la Fuenfría
fueron invadiendo sus laderas, pero su cumbre áspera no permite siquiera que
nazcan las tristes florecillas de las montañas. Desde la lejanía, el famoso
cerro parece la imagen acabada de un verdadero montón de trigo, mas su color
grisáceo y pardo recuerda que, en efecto, sólo es tierra, y peñas, y roca,
donde viven las culebras y los alacranes, y de donde no puede obtenerse ningún
fruto.
Articulo: Miguel Ángel Villasante